miércoles, 12 de marzo de 2014

Mirissa, Sri Lanka



Marián, en los primeros días de Sri Lanka , buscaba alguna cosa ligera de leer después de haber engullido un buen puñado de libros ambientados en India. (Así son las cosas, Dani tiene que leerse la Lonely para organizar y para poner algo de culturilla en este blog y Marián entrenida con lecturas relajantes…) Y estando en Sri Lanka, que mejor que una recomendación de Dani: algo de Arthur C. Clarke, por ejemplo ‘Cánticos de la Lejana Tierra’. Para los que no estén duchos en ciencia ficción (y esto no incluye a los colegas más friquis de Dani), Arthur C. Clarke es más famoso por ‘2001, una Odisea en el Espacio’, llevada magistralmente al cine por Kubrich.  La cosa es que este señor vivió buena parte de su larga vida en Sri Lanka, donde además de escribir también dio clases en la universidad. Y casualidades,  la protagonista de la novela recomendada se llama Mirissa, que es a donde habíamos decidido huir de la vida urbana.
Aquí nos tienen a las 8 y media esperando el tren Colombo-Matara, que llegó un poco retrasado, y peor aún, petado de gente. Ni en la segunda clase que habíamos comprado había sitio, así que medio trayecto fuimos de pie.
Nuestro andén era el que estaba petado de gente, suerte que la mitad se subió a un 'cercanías' anterior...
Comenzamos el largo camino al sur; sí, largo, porque aunque apenas hay unos 140 km, te tiras más de cuatro horas...Las distancias en Sri Lanka no son muy grandes. Las velocidades tampoco.
En camino por los trópicos cingaleses

A mitad conseguimos sentarnos

 Mirissa...Confesamos que aún arrastrábamos ese cansancio que comentábamos en la entrada anterior, y que de entrada el lugar nos decepcionó un poco...Llegamos en la hora de calor, los alojamientos que miramos estaban llenos o eran caros. La playa en realidad estaba pegada a una carretera general por la que circula todo el tráfico del sur...Encontramos un alojamiento más asequible al otro lado de la carretera, que en un primer vistazo no nos entusiasmó, quizá porque nos habíamos montado la película del bungalowito fantástico a pie de playa virgen por dos duros, triple combinación que en el sur de Sri Lanka no existe, que hayamos visto. Cosas de estar cansados. Pero tranquilos, que nuestra agonía duró poco. Una vez instalados, nos fuimos a los jardines de uno de los hoteles llenos, total, no miran si eres cliente, primero a comer algo:

Después a reposar en una hamaca...
bajo los cocoteros...

¡yoooh que bien se está aquí!

 Y claro, después de todo ello, Mirissa nos pareció un lugar muchísimo más agradable:
Esta es la esquina tranquila de la playa, no hay gente porque no hay chiringuitos (están a 200 m doblando la esquina) y porque pega el sol cosa buena: estamos justito al sur del paralelo 6º N, a casi nada del ecuador...
En la roca de la foto, ya por la tarde, descubrimos unos cabosos en pleno salto evolutivo a la tierra firme; en Canarias estos peces viven en charcos intermareales, pero sólo abandonan el agua para saltar a charcos vecinos o si se quedan colgados tras una ola. En tal caso se quedan esperando bien quietitos (a veces varios minutos) hasta la siguiente, que aprovechan para volver a un charco seguro. En cambio los de la foto viven, o esa es la impresión, literalmente fuera del agua: ramonean las rocas, saltan de aquí para allá, se pelean entre ellos, todo como cabosos de charco, pero a pleno aire. El secreto está en respirar del agua de las salpicaduras. Cuando menos, curioso...
Cabosos amfibios...
Otra clase de peces son los que ofrecen en los numerosos restaurantes-chiringuitos de la playa de Mirissa. El ambiente es parecido al de Goa, aunque más tranquilo:
Estudiando la ictiofauna en los chiringuitos

Esa noche nos inclinamos por los 'jumbo prawns', unos gambones de 30 cm de longitud con unas pinzas aún más largas...exquisitos:
Gambones a la luz de las velitas y mojándonos los pies con la marea...
Y a la mañana siguiente un buen desayuno, con tecito de Ceylán
Hoy toca día de playa, y Dani se va a la esquina de los surfers a hacer sus pinitos...
¡Y hasta consiguió emular a su hermana Arminda!

También hizo un poco el pato...
Cansados de la playa, nuestra Guest House también resultó ser un sitio agradable y tranquilo:
Leyendo 'Cánticos de la lejana Tierra' bajo la mosquitera...necesaria.

Además la ventana de la habitación daba a unos árboles que fueron una mina ornitológica, bien aprovechada por Dani:
Tres de una sentada; de izquierda a derecha:Red-vented Bulbul, Pycnonotus cafer, Green Imperial Pigeon, Ducula aenea y el White-throated Kingfisher ya visto en India, Halcyon smyrnensis
El bulbul y la paloma más en detalle


Brown-headed Barbet, Megalaima zeylanica
Mirissa nos sirvió de excelente campo base para explorar Galle, unos 30 km al Oeste. Aquí los portugueses construyeron el pequeño fuerte de Santa Cruz en 1589. En 1640 este lugar pasó a manos de los holandeses que en 1663 construyeron una ciudadela amurallada sobre los restos portugueses. Galle pasó a manos británicas en 1796, pero para entonce ya Colombo era un puerto importante y Galle pasó a ser bastante secundario, de allí que buena parte del trazado de las calles y muchas casas sean de época holandesa: en una de las entradas podemos ver las siglas  'V. O. C. ', de la 'Verenigde Oost-Indische Compagnie' (Compañia de las Indias Orientales Unidas)  (Pinchen en los enlaces para ampliar)

Les ponemos unas cuantas fotos del agradable Fort Galle:


Vendiendo pescado en la playa
Arquitectura colonial holandesa
Como el lugar es Patrimonio de la Unesco, está muy arreglado y tiene lugares agradables donde echarse un tecito y algo más

Waterfront




Iglesia holandesa del s. XVIII

Bandera de Sri Lanka (más exactamente, de la República Democrática Socialista de Sri Lanka)
Y el deporte nacional, el cricket
Las murallas más gruesas son las que miran a tierra, ¿por si los cingaleses se ponían moviditos?

Tortuga marina vista desde las murallas. Había un buen puñado.


Volvemos a coger la guagua,

Para ir a Mirissa hay que hacer escala en Weligama, un pueblo con una playa no muy allá para el baño, pero bonita para pasear:
Playa de Weligama
Islote de Trincomale, en la playa
Típico barco de pesca de la zona
Estos son de pesca 'más afuera'. reposando en el puertito
 De vuelta a Mirissa descubrimos que hay varios nidos de tortugas:
Algunas deberían estar a puntito de salir...
Atardecer en Mirissa
El postre para un gran día, una minisandía en la orilla
Al día siguiente nos vamos a la caza de la gran Ballena Azul, o eso es lo que reza la guía y algunos carteles...
Nuestro barco, uno de los quince, o así, que salen a la persecución de las ballenas...
Si en Azores eran los antiguos cazadores de ballenas los que ahora vigilan desde la costa y avisan por radio a los barcos de la presencia de cetáceos, aquí en Sri Lanka van más a saco: cuando un barco ve una ballena acelera detrás de ella, con lo que todos se dan cuenta y van detrás, luego es cuestión de suerte al lado de que barco vuelve a salir...

¡Ballena a la vista!

Una de ellas
Al cabo de poco se acaban sumergiendo
Es una manera un poco salvaje de ir a ver ballenas, pero bien mirado, el rato que cada ballena es acosada no pasa de 5 minutos el día que tiene la desgracia de cruzarse con los barcos, y eso sólo puede ocurrir en un rato de la mañana: se  sale de 7 a 10, y hay cerca de una hora de trayecto; además, una vez se sumergen, no insisten con un ejemplar, van a por otro, que al menos cuando nosotros fuimos parece que siempre hay...
Como los barcos se quedan rondando por la zona, nunca se sabe por donde van a salir; y a veces es justo debajo de tu barco: confesamos que nunca habíamos visto las ballenas tan de cerca y tan impresionantes:

¡Impresionante!
Ahora bien, si uno mira la gran aleta del bicho, y otros detalles no visibles en la foto, como que el animalito mide unos 12-15 m y no los cerca de 22-25 metros que alcanza la ballena azul en el Índico, se caerá en la cuenta de que no vimos ballenas azules, sino 'jorobadas', las famosas 'Humpbacks' que pegan saltos fantásticos (vimos de refilón la espuma de uno de ellos) No nos acaba de quedar claro si alguna vez ven ballenas azules, o llaman así a las que vimos; investigando por internet resulta que las azules en el Índico están poco estudiadas, lo cual no acaba de concordar con un bicho supuestamente visto con frecuencia...el que esa tarde pusieran en una pizarra de la playa que se habían visto ballenas azules nos dejó con la mosca detrás de la oreja...Pero azules o jorobadas, siempre es impresionante ver a estos gigantescos seres: algunos pasaron literalmente por debajo de nuestro barco (bueno, igual nuestro barco por encima de ellas) y el agua es tan transparente que se intuye el animal al completo aunque esté a bastante profundidad:
La sombra de una jorobada se desliza bajo nosotros
Para completar, volviendo a tierra también vemos decenas de delfines:
En fin, toda una experiencia...y luego a seguir disfrutando de Mirissa:

Pescador encaramado a un palo, manera tradicional de conseguir un 'pesquero' en esta isla
Por fin una puesta de sol decente
A un  atardecer fantástico siguió la mejor noche estrellada del viaje. Aunque estamos aun en el hemisferio norte, lo cierto es que estamos a menos de 6º del ecuador. Eso significó reencontrarnos con las exóticas constelaciones del sur: A la izquierda abajo están Alpha y Beta Centauri. Siguiendo la línea de la Vía Láctea se ve el 'Saco de Carbón' y justo pegado la cometilla que forma la Cruz del Sur. Luego viene el rebullicio de Eta Carinae, hacia el centro de la foto. En el centro del borde derecho, la estrella más brillante es Canopus, que también es visible en Canarias e invierno, pero en la Península no consigue asomar...En la foto no se aprecia, pero con prismáticos, justito rozando el horizonte estaba la Pequeña Nube de Magallanes y 47Tucanae...
Las líneas blancas son barcos de pesca en el horizonte. Como la foto tiene casi un minuto de exposición, se ve el movimiento.
Detalle de la Cruz del Sur (centro un poco a la izquierda) y la región de Eta Carinae (arriba a la derecha)
Entre estrellas y pescadito en la playa, también asomamos a los nidos de tortuga, por si les daba por salir. En efecto, en un tanque cercano tenían una tortugita bebé que había salido esa tarde (hay como un minicentro de recuperación, con algunos adultos lesionados) Nos comentaron que las recién nacidos durante el día suelen mantenerlas protegidas varios días para elevar las escasas posibilidades de supervivencia si se lanzaran a la playa en pleno día y en solitario...Aunque estuvimos rato, en la arena no se movió nada...
Nuestra última mañana en Mirissa nos damos un baño matinal y volvemos a vistar los nidos de tortuga; durante la noche o la mañana había nacido una más, y tres monticulillos de arena indicaban a otras tres en camino. Esperamos rato, porque de cuando en cuando la arena se movía...
Las dos tortuguitas recién nacidas en Mirissa, de unos 5 o 6 cm de longitud

Nos dió tiempo de ir a desayunar con calma, como merece un buen té de Sri Lanka. A la vuelta a los nidos vimos que ésto no es como los documentales, que todas las tortuguitas salen como locas de la arena. Los tres montículos continuaban exactamente igual, y además sin movimiento, como si las tortuguitas notasen que aquella hora era mejor para reposar que para aventurarse al desconocido mundo...Así que nos despedimos de Mirissa sin pollitos saliendo de la arena, lo cual hubiese quedado genial en el blog, pero con la sensación de que nuestro viaje volvía a recuperar su emoción y aventura...Contaremos pronto, aunque el internet en Sri Lanka está resultando más inestable que en la India, así que sean pacientes.
¡adiós Mirissa!

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