domingo, 23 de marzo de 2014

Adam's Peak, Sri Lanka


(      Darjeeling, India ; 23 de marzo.

Aunque las fotos de esta entrada las subimos estando aun en Sri Lanka, no hubo tiempo allá de poner el texto. Luego hemos vuelto de nuevo a la India, donde de momento hemos estado en Varanasi (Benarés), luego en un eterno tren y finalmente hemos llegado a las montañas, pero ahora no en Ceylán, sino al pie del Himalaya...pero esto es adelantar acontecimientos    )

 Continuemos con  nuestro periplo montañero en Sri Lanka. Una vez visitado Horton's Plains y hecha la correspondiente asomada a World's End, emprendemos camino a la cima del cuarto pico más alto de la isla, pero quizá el más emblemático. Pero primero hay que llegar a sus pies; para ello tomamos el tren en la estación más alta del país, Pattipola (1890m) para bajar en dos horas y media a Hatton. El tren en sí ya es un viaje por Sri Lanka. 
En la siguiente foto vemos una típica aldea tamil de los recolectores de té. Estos tamiles en realidad son 'nuevos', un poco ajenos a los dos bandos del largo enfrentamiento cingalés-tamil. Según hemos leído, cuando los británicos comenzaron a cultivar té en las montañas (antes de finales del XIX el cultivo más típico de Ceylán era el café, pero una epidemia lo eliminó) se encontraron con que los cingaleses de la zona tenían muy poca predisposición a trabajar en el nuevo cultivo, allá arriba en las montañas perdidas. Tampoco los tamiles que desde muchos siglos atrás habitaban el norte estaban por la labor. Así que se trajeron numerosa mano de obra del sur de la India, de los estados de Tamil Nadu y Kerala, cuyos descendientes son los que actualmente habitan estas montañas. Debido a este origen 'reciente', han quedado como una especie de ciudadanos de segunda, vistos como tamiles por los cingaleses, y como inmigrantes sin los mismos derechos por los tamiles viejos. En cuanto al conflicto cingalés - tamil, lo cierto es que nosotros no hemos visto nada. Cuesta creer que estemos en un país que hasta hace nada estuvo en guerra civil, quizá sea así porque en los últimos años ésta estuvo restringida al norte. La impresión general para un turista que visita el sur ( y como a tales se nos puede considerar ) es de un país tranquilo, en el que conviven pacíficamente budismo, hinduísmo, islam y cristianismo: no son pocos los pueblos donde hay edificios y manifestaciones de las cuatro religiones. Si acaso se nota bastante presencia militar aquí y allá, por ejemplo en las afueras de Arugambay. Pero lo cierto es que el conflicto ha sido largo, complejo, y sangriento, acabado más por la fuerza que por el concenso (aunque en eso al parecer las fuentes divergen...) Si podemos volveremos al tema en alguna otra entrada.
Se pueden ver los techos metálicos, la pequeña torre del templo hindú, los cultivos de verduras cerca de las casas y los de té en la ladera más abajo
Volviendo al tren, continuamos pasando extensos campos de té:

Hay tramos al pie de sombrías montañas:

Recolectoras de té (casi siempre mujeres)
En Hatton, junto a la estación, ya hay una guagua esperando para trasladar a turistas y peregrinos a la pequeña aldea de Dalhousie, al pie del pico.
Hatton desde el puente que cruza los andenes
Se tarda una hora en esta guagua 'semidirecta' (porque a la vuelta fue más...) para unos 30 km de distancia. Dalhousie en sí apenas es una alineación de hostales y chiringuitos a lo largo de la carretera general que se prolonga al cruzar el río por un puente. Cerca de éste nos recibe un gran Budha:


Encima de la pequeña aldea se ve el imponente perfil del Sri Pada, la 'huella sagrada'. En su cima hay un templo con la susodicha huella, para algunos supuestamente de Adán cuando fué expulsado del paraíso (de allí lo de Adam's Peak), aunque en el templo tienen claro que se trata de una pisada de Budha, y la mayoría manda. Para los hindús podría ser el pie de Shiva, y alguna tradición dice que es la de Santo Tomás, el primer apóstol que fue a predicar a tierras indias...como ven hay para todos los gustos...

Una hilera de luces se enciende al oscurecer para marcar el camino; no estamos ante una típica ascensión a una montaña, ésto va a ser bastante más curioso...

Primero nos instalamos en una habitación bastante básica de una casita en Dalhousie. Un paseíto rápido, una cena frugal (un 'rice curry' : arroz con dos o tres pucheritos picantes) y directos a la cama. Aunque por la mañana habíamos pensado que tendríamos un día de descanso antes del ascenso a la cima, lo cierto es que Dalhousie no nos pareció que diera para hacer mucho en un día entero. Adelantamos la salida para esa misma madrugada. Nos ayuda el hecho de habernos levantado a las cinco de la mañana para Horton's Plains; nos acostamos sobre las siete de la tarde y dormimos como tronquitos hasta las dos y media.

En realidad nos habían dicho de salir a las dos, pero calculando la distancia, altura y hora de salida del sol, ( 7 km, cerca de 1000m y 6 y pico de la mañana respectivamente), las tres menos algo era suficientemente prudencial. Cuando salimos en mitad de la noche parece que somos los únicos que suben.
Los chiringuitos venden pulseras, dulces, figuritas de Budha, juguetes, y en general cualquier quincallería que uno espera encontrar en una romería...A estas horas muchos de los encargados están dando cabezazos de sueño...
Budha también duerme...
La ascensión al Sri Pada es una peregrinación muy popular entre los budistas cingaleses. Ése es el motivo de que todo el sendero sea una enorme escalinata iluminada con farolas y flanqueada en buena parte del recorrido por los chiringuitos. La mayor parte de los turistas subimos al amanecer porque eso es lo que pone la lonely (y no vamos a dejar de recomendarlo). Pero toda la tarde y noche anterior han estado subiendo grupos de peregrinos. Pronto nos encontramos algunos de estos grupos que ya están de regreso: familias enteras, arrastrando (algunos en sentido casi literal) a niños y abuelas, se van cruzando en nuestro camino. En el otro sentido, hacia arriba, son muchos los turistas que nos adelantan. Los que han caminado con nosotros saben que somos de la máxima 'hay que subir como un viejo para llegar arriba como un jóven' , lo cual significa que íbamos a paso lento pero seguro...Y como pasa en la subida al Teide, a algunos de los guiris más afanados no tardamos en volver a encontrarlos derrengados algo más arriba. Viendo que incluso a nuestro paso tortuga igual llegábamos demasiado pronto, hacemos un alto en uno de los numerosos puestos donde hacerse con un tecito...es que ésto de la alta montaña es tan duro.
Un rico té de Ceylán en la madrugada
Con ánimos renovados continuamos la ascensión. Ahora no sólo adelantamos a turistas excesivamente optimistas; comenzamos a encontrarnos a peregrinos rumbo a la cima. Ya dicen que la fé, o a veces la novelería, mueve montañas. Hay señoras con pinta de no caminar nada de nada, grupos de jóvenes con aun menos pinta de andarines, parejitas, niños a hombros de sus padres o arrastrados por la abuela; con las que más alucinamos son con algunas de estas abuelas, con o sin nietos, y con pinta de octogenarias, que a juzgar por el ritmo al que suben, igual salieron ayer a media tarde...para animarse van cantando, dando un pasito al final de cada verso...impresionante.

El camino se hace cada vez más empinado
Es de noche y estamos en relativamente alta montaña; las farolas que iluminan el camino no dejan ver bien las por otro lado abundantes estrellas. Detrás de la montaña se adivina la brillante Vía Lactea de la región de Scorpius, y algo más abajo Venus brilla como un auténtico fogonazo.  Mirando hacia atrás, al norte, se ven las familiares constelaciones de las dos Osas, la Mayor en el centro de la foto, y la menor a la derecha, con la Estrella Polar apenas unos dedos por encima del horizonte:

Y es que tan cerca del ecuador la polar está muy bajita


Aun yendo despacito, a veces casi parados en las colas que se forman a medida que la escalinata se vuelve vertical y cada vez más estrecha , acabamos llegando a las cinco y media, con más de media hora de margen para la salida del sol. Las escalinatas del templo se llenan de turistas y peregrinos por igual que esperan el alba.


Mientras venimos caminando la temperatura es agradable porque el movimiento genera calor. Pero arriba del todo sopla una brisa gélida (los que vinieron a La Palma a vernos recuerden que Dani aquí está llamando brisa a una ventolera del carajo); nosotros venimos con todo el arsenal de ropa, también la gente local, pero algún extranjero piensa que a 2240 metros a las cinco y media de la madrugada, hace la misma temperatura que en Mirissa...y claro, no es así. Nos acordamos de una chica con unos totalmente inadecuados (y no sólo por el frío) pantaloncitos cortos que por muy rusa que fuera se debía estar muriendo...
Nosotros cubiertos con todo lo que pudimos, la temperatura no debe ser de mucho más de cinco grados, y el aire pega... Más de uno tuvo que mandarse mudar antes del esperado amanecer...
Buscamos un lugar más o menos cubierto para esperar; Dani tiene mucha experiencia de sus tiempos en las cumbres de Tenerife: aquí para que salga el sol todavía falta un h...
A lo lejos el pico más alto de Sri Lanka (nosotros estamos en el cuarto, sólo 300m más bajitos)

Entre nubes, por fin sale el sol:
Algunos salen disparados para abajo; otros llegan...


El templo de la cima estaba petado de gente cuando llegamos, por lo que no era accesible. Al poco de salir el sol, se va despejando y podemos acceder a la plataforma en la que se asienta.
Dentro está la huella de Budha, pero hay que esperar, que hay ceremonia
Como el Teide, el Adam's Peak, o Sri Pada, proyecta su sombra:
Llegan los tambores y las ofrendas para la ceremonia de la mañana:


Sombra del pico desde el templo



El paisaje de las regiones inferiores es fantástico, cada vez más luminoso: tenemos todo Ceylán a nuestros pies.



La sombra se va acortando


Marianydani haciendo cumbre, a 2240 m


Esperamos al final de la ceremonia para ir a ver la Huella:

Ahora la sombra es cortita: ya que subimos, disfrutamos un buen rato de la cima. Aunque hay un goteo constante de peregrinos, casi todos los turistas del amanecer ya se han marchado...que prisas.
Visitamos el templo; se hace cola y sólo te dejan echar una fugaz mirada y un donativo a la enorme huella esculpida y pintada en naranja (échenle 80 cm de longitud al menos) Fotos ni de casualidad.

Un pajarito azul resulta ser un ave endémica de las cumbres de Sri Lanka:
Un papamoscas endémico: Dull-blue Flycatcher, Eumyias sordidus
Lanzamos los últimos vistazos a las regiones inferiores:



Y comienza el descenso de las escaleras (unos 5000 escalones; no es difícil hacer el cálculo, no es que los contáramos)


Sigue el trasiego de peregrinos, tanto hacia arriba como hacia abajo...
Si a algunas doñas les costaba subir, aun más dificil se les hace bajar:

Nosotros bajamos ligeros, cual montañeros cañeros ...






Claro que de tanto bajar las piernas se resienten. Cuando Dani consiguió clavar el siguiente pajarito en la cámara, casi se le arruina el disparo con el tembleque incontrolado de sus rodillas. El pajarito, abundante, resulta ser otro endemismo:
Yellow-eared Bulbul, Pycnonotus penicillatus

Una vez pillado el primero, que costó, porque no paran, comienzan a aparecer por todos lados




Seguimos poniendo fotos del descenso y las vistas:



Hay tramos de bosque nativo:


La subida entera no sólo está iluminada con farolas, a tramos es literalmente un mercadillo


Tambien hay ermitas, templos y pequeños altares. Aquí la cúpula del templo más grande

Una mirada hacia el pico:

Cerca de Dalhousie las recolectoras de té están en plena faena; también lo están los porteadores que suben las mercancias a los chiringuitos a hombros, a estas horas en que el sol empieza a pegar...

Ahora cuando tomamos té, lo vemos de otra manera

Llegamos a nuestra pensioneta. La habitación había sido muy básica, pero ahora nos dejan pasar a una ducha más grande y nos ofrecen un excelente desayuno:
The St. Garden Rest, Mango Tree Holiday Bungalow. Todo eso pone el cartel de entrada de nuestra casita, en el mismísimo comienzo de la peregrinación. 1000 rupias la noche y unas 300 el desayuno.

Finaliza así nuestra ascensión - peregrinación, sin duda una de las mejores experiencias que hemos tenido en la hermosa Sri Lanka. Y no ha sido tanto por los paisajes, que también, sino por la fuerza de voluntad y el ambiente a la vez de fervor y de fiesta de todos aquellos peregrinos. Ya saben, si van, no dejen de rendir homenaje a la huella de Budha...
El río que cruza Dalhousie, desde el puente.
Nos vamos a la parada de guagua, donde nos sientan en una que parece que no acaba de salir, y que para cuando lo hace, se tira dos horas largas de trayecto para 30 km. Habíamos calculado con holgura para agarrar el tren, pero no con tantísima. Suerte que más tarde hay otro tren. Pero lo que son las cosas. Al llegar a la estación de guaguas de Hotton, vamos deprisita a la estación de tren en tuc-tuc. Según llegamos el vendedor de tickets nos dice que salgamos volando al andén al otro lado de la vía. Nos pegamos una carrera escalera arriba y abajo con nuestros bártulos y las rodillas cascadas para subir al tren que llevaba un providencial retraso de una hora...nos vamos a Kandy, antigua capital del último reino cingalés independiente. Les contamos en la próxima entrada.

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