jueves, 13 de marzo de 2014

Haputale, en las montañas de Sri Lanka

Visto el Parque Nacional de Uda Walawe, teníamos tres opciones, la primera volver a la costa para visitar el P.N. de Yala, la segunda quedarnos a descansar de la amanecida un día en Embilipitiya, en nuestro agradable 'lodge' y la tercera irnos hacia las montañas en busca de un poco de fresquito. Descartadas las dos primeras, por parecido a lo ya visto y por falta de sitio respectivamente, nos dirigimos rápido a la estación de guaguas para agarrar la primera que sube. Como luego fue la norma, no hubo que esperar mucho para salir...
La guagua antes de llenarse...
En ruta
Ya lo dijimos en la entrada anterior: las guaguas paran a cada momento y son lentas, pero también frecuentes; teníamos que hacer un trasbordo a mitad de camino para enganchar la línea que sube a Haputale, y prácticamente nos hicieron saltar de una guagua a la otra. Eso sí, tres horas entre los dos trayectos no nos las quitan...¡Ah!, es superbarato, con trayectos que apenas sobrepasan 100 rupias, unos 60-70 cts de euro.
Llegamos a Haputale algo tocados, con síntomas de resfriado, sobre todo Dani, aunque Marián también acabó cayendo; una combinación del frío y mal dormir de la mañana y el cambio de temperatura: después de más de un mes a cerca de 30º casi constantes, de repente nos vamos a un lugar donde igual no llegaba a 20.
La consecuencia fue que nos dejamos llevar a una 'guest house' en la que quizá no nos hubieramos quedado de estar en mejores condiciones. Como ete blog aspira a ser un poquito de todo contamos un poco de nuestras tribulaciones con los alojamientos para futuros viajeros. Nuestro consejo, que luego nos hemos aplicado, es que si se puede es bueno comparar sitios antes de quedarse en lo primero que te lleva un tuc-tuc; si el lugar no vale lo que piden, regatear, porque harán lo posible para que te quedes, o mandarse mudar, si no es lo que buscas.

Bel Vue G.H. Una familia agradable y buena comida son sus puntos fuertes, también que el lugar es increíblemente silencioso; sin embargo la limpieza de las habitaciones y en especial el baño dejaban que desear, sobre todo teniendo en cuenta las 2000 rupias noche que pedían y que no nos quisieron bajar de 1500. Más adelante tuvimos que renegociar aun más a la baja...
Nos ofrecen un agradable té de bienvenida...luego nos enteramos de que te apuntaban hasta la última chorrada para incluírtela en la factura final, cosa que no vimos en ningún otro alojamiento que hayamos estado.

Lo de 'Bel vue' es verdad:

La habitación es grande, pero es un trastero en el que han metido camas y no se han molestado en sacar nada; unos franceses que durmieron sólo una noche nos confirmaron lo que empezábamos a sospechar: hay lugares mejores en Haputale por el precio de éste...
Pero vayamos a dar una vueltita. El pueblo no es nada del otro mundo, pero está justo en medio de una cresta cubierta de cultivos de té, muy bonitos en la niebla de la tarde:
 



Entre los cultivos hay alguna mancha perdida del antiguo bosque de nieblas...
La calle en la que estamos recuerda a la carretera del Bailadero, allá por tierras de Anaga, en Tenerife...como pueden imaginar, es a Dani al que le vienen recuerdos de su época lagunera.

A la mañana siguiente nos vamos de excursión, pero no a pie como tenemos costumbre, sino en tuc-tuc, porque el lugar al que nos llevan se suele nublar a media mañana y no estamos para madrugones.

Nos llevan al 'Lipton's seat', un mirador a unos 14 km de Haputale. Por el camino pasamos por campos de té, pequeñas aldeas y bonitos paisajes:

Lipton's seat es un mirador en el que el susodicho Lipton, el de la marca de té que toma la madre de Dani, se sentaba a contemplar y enseñar a sus amigotes sus extensas fincas. El éxito de este señor consistió en enviar grandes cantidades de té directamente de Ceylán a Inglaterra, a precios asequibles que popularizaron una bebida de caballeros entre la clase media. Lipton vivió largas temporadas en esta zona de Ceylán entre las décadas de los 1890 y los 1930.





La vista a las zonas inferiores es en efecto magnífica
De camino se pasa por una factoría donde producen té, que vistamos a la vuelta:
No dejan hacer fotos dentro, una lástima, porque te enseñan todo el proceso, desde el primer secado de las hojas que han recolectado señoras con un cesto a la espalda, pasando por los distintos procesos de troceado, secado y criba, hasta el empaquetado en sacos. Estos sacos son los que bajan a Colombo y se venden a las marcas de té para que los metan en sobritos; entre otras a Lipton's
En estas alturas fresquitas se produce té negro, a partir de los brotes verdes de las matas de té (derecha en la foto). Las matas son unos arbolitos con pinta de naranjeros que mantienen como bonsais de cosa de un metro de altura. Si en vez de usar los brotes verdes se secan sólo las puntitas terminales (izquierda en la foto) , entonces se hace té blanco, por razones obvias mucho más caro...
 En primer plano podemos ver una aldea de recolectores de té, típicamente tamiles. Son pequeños caseríos en medio de las plantaciones de té. Las casas humildes y apiñadas, con techos metálicos, rodeadas de pequeños campos de legumbres y verduras y frecuentemente con un pequeño y colorido templo hindú en medio, son la norma. En segundo plano Haputale, en la cresta.

Haputale


En medio de los cultivos de té crecen dispersos ejemplares bien podados de la australiana Grevillea robusta, quizá para dar una ligera sombra los días en que no hay niebla. Nos pareció que en zonas más bajas no podan tanto los árboles, quizá para contrarestar la mayor temperatura e insolación...

Calle principal de Haputale, por donde pasa la carretera general. 
En Haputale hay, que viéramos, dos mezquitas y dos o tres templos hindús, lo cuál representa población tamil, pero también hay Budhas en varios lugares e incluso dos iglesias cristianas. Visitamos una:
La mayoría de terratenientes y capataces de las plantaciones de té en el s.XIX y hasta bien mediados el XX eran británicos. Muchos de ellos estásn enterrados cerca de sus fincas y por toda la zona aun se respira un cierto aire colonial
Habíamos pensado usar Haputale como campo base para visitar el P.N. de Horton's Plains, pero la exigencia de un madrugón a las cinco y media, nuestros galopantes resfriados y el que la segunda tarde se asentara una potente niebla que evolucionó a lluvia torrencial durante unas horas fueron un cúmulo de circunstancias que reclamaban un urgente plan B
Estrenando chubasqueros; ya pensábamos que los cargábamos para nada.
Decidimos dejar pendientes las alturas y dirigirnos a Ella, otra zona de plantaciones de té que se ha hecho turística en base a un par de caminatas asequibles y bonitas...
Common tailorbird, Orthotomus sutorius cf. sutorius, como es un bicho 'desinquieto' que decimos en canario (movidito) no hubo manera de fotografiarlo en mejor pose...
Renegociamos la factura con nuestro anfitrión en vista de lo sorprendentemente abultado...¿¡ 8500 rupias !? (casi 50 euros) No cuadraban las cuentas. Entonces nos saca una lista donde está apuntada hasta la última galleta a la que nos 'invitó', las cervezas más caras que en un restaurante de la costa y hasta un cuenquito con dos cuadritos de carne que nos había puesto en una de las cenas 'para probar'. Lo primero fué bajar la habitación de 1500 a 1000, bajo amenaza de reescribir las alabanzas que habíamos puesto en el libro de visitas, también nos quitó lo del cuenquito de carne, y por arte de mágia, también desaparecieron como algo más de 1000 rupias debidas a un 'error' en la suma, de manera que la cuenta se quedó en unos razonables 6000. Visto desde Europa en realidad son cuatro duros, pero cuando se viaja tiempo uno es especialmente sensible a los intentos de tomadura de pelo. Y en Sri Lanka nos hemos encontrado algunos casos (también muchos otros, los más, de gente honrada )

Nos vamos a la estación de tren con intención de coger el de Ella:
Cruzando por las vías, como los locales
Pero el tren viene con retraso y hay muchas guaguas que llevan a Ella en menos tiempo. Como tendremos ocasión de agarrar el tren más adelante en el viaje, nos vamos en guagua a nuestro próximo destino, la muy agradable Ella. Ya les contamos...sigan pendientes.

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