miércoles, 7 de septiembre de 2011

São Miguel



Lat: 37° 50’ N       Long: 25° 30 ’ W
745 km² (7ª isla en tamaño de Macaronesia)
1103 m de altura (Pico da Vara) (12ª isla en altura en Macaronesia)


Como casi no paramos, los capítulos de este blog se acumulan, de manera que el relato de São Miguel lo escribimos en Faial y Pico…


En nuestro capítulo de São Miguel pasamos a ser cinco los intrépidos que nos dedicamos a recorrer islas macaronésicas…a Marián&Dani se nos unen ahora Teo, Nacho y Lucía


















Pero como llegaban de noche y nosotrosal mediodía, nos dedicamos a hacer algo de logística y a recorrer Ponta Delgada, la agradable capital de Açores:



















y como la logística cansa, hay que coger fuerzas con un buen peixe grelhado



















São Miguel es bastante grande en comparación con las islas que ya hemos recorrido. De un tamaño algo más grande que La Palma en superficie, la isla tiene unos 65 km de largo, aunque luego es bastante estrecha, entre 8 y 15 km. Su longitud recomendaba escoger dos campos base, uno al Oeste los primeros días y otro hacia el Este después.
En Capelas, al noroeste de la isla, nos instalamos en unas cabañas de madera desde las que se dominaba todo el arco norte de la isla.








































Desde aquí es visita obligada la Caldeira das Sete Cidades, que es la portada de cualquier folleto turístico de Açores:























Después de la tranquilidad de las islas menores, Sete Cidades parece masificado. Una caminata posible es la vuelta completa a la Caldera (cosa de 12 km), pero la juzgamos demasiado monótona y optamos por otra ruta cercana, en la Lagoa do Canario. La ruta visita varias pequeñas ‘lagoas’, en realidad cráteres inundados, con una interesante flora rastrera endémica.



















Aunque no dimos la vuelta a Sete Cidades, sí que fuimos a relajarnos a la orilla de uno de los lagos:



































Y luego bajamos a la costa, a las rocas volcánicas de Mosteiros, en el Oeste. Los ‘Ilheus de Mosteiro’, restos de un antiguo freatovolcán, son llamativos:


















Algo más al sur, sorprende una piscina natural un tanto pequeña. Por lo masificado de la piscina, parece que en São Miguel no hay mucho lugar donde bañarse…

Hasta que Dani se metió en el agua y descubrió que la gracia no era la piscinilla, sino que el agua quemaba de caliente que estaba…bienvenidos a la geotermia azoriana!

Quizá la excursión más espectacular que hicimos fue la que comienza en ‘Monte Escuro’, hacia el centro de la isla; al principio no parece muy prometedora, puesto que empieza en una cantera de picón en pleno funcionamiento, pero en seguida el paisaje se hace muy curioso con bosquetes de laurus azorica y otros elementos de la laurisilva en medio de un paisaje muy húmedo.











































































Y se llega a una vista magnífica de la Lagoa de Fogo, para nosotros mucho más espectacular y salvaje que Sete Cidades:




















Capelas nos sirvió también de campo base para visitar, nosotros de nuevo, Ponta Delgada:




































También está cerca Ribeira Grande, la segunda población en tamaño de la isla, donde rompen unas bonitas olas y se comen buenas lapas, cherne y caldeirada…:




































Una curiosa costumbre Sãomiguelense: si el pueblo está en fiestas, caso de Ribira Grande, convierten la iglesia parroquial en un espectáculo de luces más parecido a un casino de las Vegas que a un edificio religioso:

















Camino de Vilafranca do Campo nos bañamos en una pequeña ‘area balnear’ y luego visitamos el pueblo, con vistas al Ilhèu de Vilafranca:













































Como segundo campo base, para el este de la isla, nos trasladamos al camping de Furnas, pueblo del interior no lejos de la Lagoa del mismo nombre. El traslado tenía cierta complicación logística:



















En Furnas nos sentimos de nuevo en Nueva Zelanda:









































Aunque buenos son los açorianos para desperdiciar tanto calor salido de la Tierra. En Furnas la costumbre es ir a hacerse un cocido en las mismísimas fumarolas. La cosa está organizada. Hay unos agujeros donde se mete el caldero envuelto en un saco, se tapa con tierra, y se pone un palito con número; dos horas más tarde el encargado de controlar los números te saca el caldero de la tierra, y cocido listo para comer…
Claro que nostros no teníamos caldero…Pero no hay problema, en el ‘Tony’s te sirven un cozido recién traído de las furnas:
























Desde Furnas hay múltiples opciones de excursiones. La vuelta a la Lagoa das Furnas es un paseo agradable, también se puede ir a algún mirador de la zona, o irse a recorrer la costa Este. En la zona de Nordeste nosotros hicimos una excursión que, sin ser espectacular, permite disfrutar un poco de todo, desde paisajes rurales a ‘area balnear’, sin olvidar recovecos de flora nativa de los que le gustan a Dani:































































También merecen una visita las playitas de arena negra bajo acantilados de Povoação, no a mucha distancia de Furnas:



















Pero una excursión que se ha de hacer si las nubes lo permiten (y no siempre lo hacen), es la subida al Pico da Vara, máxima altura de la isla. Muy en teoría, se ha de pedir un permiso en Ponta Delgada para ir , pero el lugar desde donde se sale está un poco en medio de la nada y no hay nadie para reclamar el supuesto permiso (es área de cría del ‘Priolo’, un ave endémica con escasísimos efectivos que ya adelantamos que no vimos; también se escusan en que el tiempo es muy variable y traicionero, pero eso en agosto no vale ) Por otro lado, en el folleto que reparten y en el cartel de inicio del sendero no se habla de ningún permiso, eso sí, te desaniman poniendo que se tarda dos horas y media en subir, lo cuál resulta totalmente falso, puesto que no tardamos más de hora y media parando a hacer fotos…Mientras Nacho y Teo pasaban una mañana de relax en el camping, Marián, Lucía y Dani enfilamos al techo de la isla con la incertidumbre que nos ofrecía la espesa niebla al inicio de la subida:

























































Misión cumplida, un nuevo pico macaronésico ha sido conquistado:



















Otra foto de los intrépidos, en el descenso, con la montaña detrás:


















Camino de ‘casa’ Dani obligó a alguna parada para hacer fotos a la laurisilva azoriana:



















Y a algún pajarillo de la zona:



















Una isla como São Miguel resulta inabarcable, al menos a la escala a la que nos habíamos acostumbrado en las islas pequeñas, en unos pocos días, pero ciertamente la recorrimos y vimos suficientemente y sobre todo, disfrutamos de excelente compañía.
Pero no nos despedimos aquí de nuestros amigos. En el próximo capítulo, el grupo entero nos trasladamos al otro lado de la Dorsal Atlántica, a la isla de Flores…
A medio camino sobrevolamos el volcán de Pico; con el nos despedimos de momento.



PD. En el momento de realmente publicar la entrada ya estamos en el continente, que dicen en Azores, pero continuaremos con el relato de las islas en cuanto pillemos un poco el ritmo a los cambios de este principio de curso...