lunes, 14 de abril de 2014

Varanasi-Benarés


Mientras entramos en la recta final de nuestro viaje, puede ser que las entradas se hagan esperar un poco; a un internet no tan eficiente se une que viajar por la India es cansado, más ahora que el calor aprieta.
 Pero dejemos las escusas y retomemos el viaje donde lo habíamos dejado: volamos de Colombo a Chennai. No hay fotos porque era de noche, aunque fue curioso ver el reflejo de la luna llena abajo en las marismas del NW de Sri Lanka. En Chennai pasamos rápido por la formalidad del pasaporte y nos reencontramos con La India, para lo bueno y lo malo: hay que cambiar de terminal, y para la de salidas locales (nuestro caso) hay que enseñar a la policía el ticket de avión, con la hora de vuelo bien clarita. Nosotros sólo tenemos un mensaje de confirmación en la pantalla del móbil, y estamos un rato para convencer al policía de que obviamete no nos queremos colar en el aeropuerto. Más crudo lo tuvieron la pareja italiana de detrás que sólo tenían un papel de la agencia que les confirmaba que volaban a Katmandú...y para el mismo policía entender que de Chennai a Katmandú es más que probable que el vuelo haga una escala en Delhi y que por tanto los italianos tampoco se querían colar, era como hablar de mecánica cuántica...(al final pasaron, pero les costó)
En lo bueno, de los casi ¡cinco euros! (Marián dice que no era tanto, pero en todo caso era carísimo) que vale un café en el aeropuerto de Sri Lanka, pasamos a poder desayunar ambos por menos de cosa de euro y medio...en La India no cometen los atracos de otros aeropuertos y los precios sólo son moderadamente superiores a los de fuera.
 Facturamos de nuevo, porque aunque los tres vuelos son con la misma compañía, no hay manera de que te facturen para el destino final; quizás no se fían de ellos mismos..., desayunamos y al avión; en vez de uniforme, el personal del avión va en vaqueros y camiseta blanca. Resulta que hoy (17 de marzo) es Holy, la famosa fiesta en que todos se lanzan polvos, como en los indianos de La Palma, pero aquí de colores...a nosotros nos ponen una manchita en la frente y a cruzar el subcontinente indio:
En algún lugar sobre el centro de la India...entre cabezada y cabezada
Delhi es inmensa, da hasta miedo...
Es por ello que habíamos decidido comenzar por una ciudad más pequeña. Otro vuelo, con vistas a los lejanos Himalayas, nos llevará a la antigua y sagrada Varanasi
Montañas del Himalaya ¿¿el Everest??


Aterrizando en Varanasi. El paisaje es verde, estamos en las fértiles tierras de la Llanura Indo-gangética

Teníamos la vaga esperanza de pillar algo del famoso Holy, pero llegamos sólo a su resaca. La ruta en taxi es sorprendentemente tranquila, casi no hay tráfico y la poca gente que hay circulando, tanto a pie como en moto, consiste en grupos esporádicos de jóvenes un tanto pasados de rosca  y tiznados de violeta...El taxi no puede llegar al hotel, un chico nos guía por los callejones estrechos. Nos insatalamos en una habitación del 'Alka Hotel' que será nuestro refugio durante cuatro días:
La 'Lonely' te asusta tanto con lo pesados y estafadores que son en Varanasi, que habíamos optado por reservar por internet hotel y traslado hasta él. Luego tampoco es para tanto...¿o ya estamos curtidos?
La habitación es minúscula pero limpia y fresquita, y la gran terraza del hotel es un mirador magnífico sobre el río Ganges...no tardamos en asomarnos con una cervecita en la mano...

Justo debajo del hotel algunos jóvenes intentan restregarse los colorines del Holy...
La actividad que vemos en el río invita a una exploración preliminar...
La religión hindú en principio respeta bastante a los animales, posibles reencarnaciones de personas, aunque en general el respeto se limita a dejarlos pulular por todos lados, no tanto a cuidarlos...Las cabras no son de los más abundantes. En cambio está todo plagado de vacas y búfalos y sus escrementos, y muchísimos perros. Se ve que si uno se ha reencarnado en perro es que ha sido mala persona en una vida anterior, y los pobres chuchos, sin comerlo ni beberlo, salen bastante malparados en esto del karma, con pintas bastante lamentables...

Pero estamos impacientes por acercarnos a la orilla del Ganges:

La antiquísima ciudad de Benarés se extiende sólo en una orilla del río; la de enfrente es una llanura polvorienta que está bajo el agua durante los monzones, que no es el caso cuando estuvimos. En nuestro lado, en cambio, todas las calles y callejones desembocan en ghats, escalinatas que llevan hasta las sagradas aguas del Ganges. En los ghats se hace de todo, desde ofrendas y rituales a lavarse los dientes (sí, con agua del río) aunque este día de Holy, y en las horas de calor, la cosa está tranquila...
Mirando hacia el sur

Nosotros paseamos hacia el norte.

Éstos vienen del Holy...
No tardamos en encontrarnos las pilas de madera para los funerales que se celebran más adelante. Porque Varanasi es el lugar donde los hindúes más devotos vienen a morir y ser incinerados, una de las maneras de conseguir eludir el ciclo de reencarnaciones, o al menos de conseguir 'puntos' (karma) para la siguiente vida...

Pasamos el resto del día pululando orilla abajo y arriba, con incursiones en los callejones de la parte antigua; les ponemos las fotos:
A medida que refresca, aparece cada vez más gente en la orilla

Aunque hay turistas extranjeros, los más abundantes son los propios indios que vienen a visitar su ciudad sagrada... y hacer turismo. Observen que en la otra orilla no hay nada.

Bostas de vaca o búfalo secandose al sol para usarlas de combustible




Benarés es una ciudad antiquísima, pero sus edificios no lo son tanto. Son contados los que tienen algo más de doscientos años; la ciudad ha sido arrasada un buen puñado de veces, por ejemplo por los afganos alrededor de 1300 y por el poco tolerante emperador mughal Aurangazeb en 1657, pero el aspecto general es tan caótico y decrépito que uno no cree que fuera muy diferente hace mil años


Los que parecen ser centenarios son los árboles de la especie del Bodhi (ficus religiosa) a cuyos pies Budha alcanzó el nirvana y que ahora hay fuera de muchos templos:


De vez en cuando barren la calle, hacen un montoncito y queman la basura. Pero los residuos son un problema cada vez mayor en India, con una sociedad acostumbrada a lanzar todo al suelo según acaba de usarlo...cuando todo eran cuenquitos de barro o de hojas de árboles todavía, pero el plástico va ganando la partida...


Las vacas reciclan parte de los despojos vegetales y las ofrendas de flores, pero no el plástico...




Uno de los edificios más antiguos es esta mezquita sobre el Ganges, la mezquita de Dharahra o Aurangazeb. (Sí, después de mandar arrasar todos los templos hindúes, mandó construir una mezquita sobre las ruinas de uno de ellos...) Este Aurangazeb salió también en la entrada de Ellora y Ajanta, cuando veíamos la copia barata del Taj Majal...fue un emperador empeñado en instaurar el Islam en estas tierras, rompiendo una tradición de tolerancia que más o menos había funcionado con sus antecesores. Dicha intolerancia condujo a la decadencia final de la dinastía mughal.
Después del largo periodo de gobierno de Aurangazeb, el hinduísmo volvió a triunfar en Benarés, y hoy por hoy no hay ninguna esquina de la ciudad donde no haya desde templos gigantes a minúsculos altares...
Va cayendo la tarde:

En Benarés circula todo tipo de personajes, tanto indios como europeos, de los primeros hay algunos con pinta de brahmanes, aunque como con muchas cosas en la India, habría que ver cuantos son hombres santos de verdad y cuántos están vestidos así para cobrar por salir en la foto o recibir limosnas. Los europeos no somos abundantes, aunque circulamos unos cuantos. Sin embargo son porcentualmteante abundantes en Benarés, más que en cualquier otro lugar que hubiéramos visto antes, los que llamamos entre nosotros 'perroflautillas', hippies un tanto pasados de arrastrados, cuyo característica más notable (no todos tienen perro y/o flauta, a veces es una guitarra) es la de ir descalzos a todos lados,siendo evidente que en sus paises de origen nunca lo hacen, porque caminan mal. Y todas partes incluye los callejones malolientes, meaderos incluidos, donde ni los indios más devotos se descalzan, por no mencionar un baño turco de un tren indio...Miren que Dani circula descalzo por su pueblo natal y sin embargo en India sólo se quita las botas para entrar en los templos...(sí, con la edad nos estamos haciendo un poco criticones...)
Hasta el brahmán usa cholas...

Volvemos a pasar por los almacenes de madera...

Al atardecer se reune en uno de los ghats principales una multitud. ¿Será por el Holy?

Asistimos a una ceremonia hindú:
Nosotros y cientos de personas más...

...desde tierra y desde el agua:


Velitas en el agua. Te las ofrecen para que las eches al río; por supuesto, luego hay que pagarlas...
La ceremonia, de cerca de una hora, consiste en saludar con diferentes objetos ( inciensarios, abanicos, estatuillas, etc) a los cuatro puntos cardinales y al río, al son de música a todo volumen (grabada)
Como sea que la Luna casi llena salió por el horizonte, creíamos que nos habíamos pegado el churro de pillar alguna fiesta. Al día siguiente descubrimos que en realidad la ceremonia la hacen todos los días, porque son cientos de peregrinos los que llegan todos los días a Benarés...
La luna sobre el Ganges no tenía nada que ver con el asunto...
Un nuevo día sobre el Ganges:

Lo confesamos, después de sacar la foto, nos fuimos a dormir hasta bastante más tarde...y para cuando salimos a recorrer la ciudad, ya había que tirar por la sombra. Pero el calor de Benarés es tirando a seco, más intenso pero no tan demoledor como el de las regiones casi ecuatoriales que hemos visitado en el sur de la India y en Sri Lanka. Así que volvemos a pasar un día pululando: más fotos típicas:

Alejándonos del río aparecen calles más anchas donde circulan vehículos de todo tipo




Tienda de cometas. Durante las tardes cientos de ellas flotan en el aire sobre el río; es una costumbre muy popular...


Muchos hindúes vienen a morir y ser incinerados a Benarés; la riqueza del difunto se mide por la cantidad y calidad de la madera utilizada en la cremación, en estas balanzas.


Después de los 'House crowns', una de las aves más abundante es Bank myna, Acridotheres ginginianus
Hoy visitamos la mezquita de Aurangazeb; a cambio de una propinilla el cuidador nos la enseña:

E insiste en que hagamos todas las fotos que queramos...eso sí, que no falte una de él con Marián:

En los callejones estrechos hace hasta fresquito:


Ganesh escondido en un callejón
A mediodía, que mejor que un lassi  ( un yogurt indio) El garito de la foto está enfrente del 'Blue Lassi', altamente recomendado en la 'Lonely' pero petado de guiris; éste en cambio debe estar en las guías de japoneses, chinos y coreanos, a juzgar por las fotos y cartas de las paredes y el cliente escondido... los lassies están riquísimos (y no nos pusimos malos)
Como todo el día están quemando inciensos y basuras, y también muertos, flota una neblina en los callejones:

Ya por la tarde, en el río, traen rebaños de búfalos para refrescarlos:
House crowns en la cabeza de los búfalos




Yendo hacia el sur hay otra zona de cremaciones. En teoría está estrictamente prohibido sacar fotos en el lugar (la siguiente está hecha a más de 100 metros) aunque hay turistas que las hacen. Hasta hace poco las mujeres no podían estar allí, pero parece que eso ha pasado a la historia...El lugar de las cremaciones impresiona un poco al principio, pero es algo tan natural allí que acabas acostumbrándote (mientras nos echábamos el lassi dos fotos más arriba, pasaron un par de procesiones con difutos envueltos en sábanas). En efecto, los muertos en sí están cubiertos con telas y no se ven. Previamente a la incineración los familiares o amigos (sólo vienen hombres a la ceremonia) los bañan (sin destaparlos) en el río. Luego los colocan en una pira previamente pagada, los cubren con más leña aun y encienden la hoguera. Una vez consumida, lanzan las cenizas al río. Siempre que pasamos por los alrededores (algo casi inevitable) habían varias piras ardiendo o en preparación.
Al fondo, un grupo de jóvenes baila al son de tambores, quizá despidiendo a un amigo
En nuestro segundo amanecer en Varanasi nos empeñamos en no volver a dormirnos...descubrimos que también hay una ceremonia de bienvenida al nuevo día:







Un clásico de Benarés es un paseo en barca al amanecer...y nosotros a veces somos muy clásicos:




Nuestro barquero es un fornido indio (la corriente del río tiene cierta fuerza) de pocas palabras pero agradable:
Íbamos a poner que en realidad el río no parece sucio a pesar de todo lo que le lanzan, no huele mal, y que eso de que flotan muertos en él es más un mito que una realidad. Pero poco antes de saltar en tierra, donde decenas de personas se bañan y se sumergen para purificarse comprobamos que no es un mito. Aunque en las piras que vimos queda bien poca cosa que echar en el río, se ve que no es el caso de la gente más humilde que no puede pagar mucha madera. Lo que no se quema también va al río, y eso es lo que vimos enganchado en uno de los cabos donde amarran los barcos. Nos dejó bastante impresionados, no sólo por el hecho de ver un cadáver flotando en el río, sino quizás más por el de que nadie se tomara la molestia de desengacharlo para que al menos siga río abajo...
Un lugar extraño Benarés, donde la vida y la muerte están tan pegadas...
Y en efecto, la vida sigue. Por la tarde, después de un buen descanso, agarramos un rickshaw a pedales hasta la estación, para comprar nuestro próximo billete. Además hay una buena oficina de información donde un señor muy amable nos hace unas precisas y útiles recomendaciones: las que más interesan a Marián son las que se refieren a la compra de seda: aquí tenemos a Marián disfrutando:
Eligiendo sábanas para casa...y que conste que a Dani también le gusta el asunto de las compras
Con las compras encargadas nos volvemos a la parte antigua en otro rickshaw. Es mucho más lento que a motor, pero te permite contemplar las calles y su vida sin tener que sortear obstáculos. En el caso de estos rickshaws es de los pocos en que sistemáticamente nos dejamos 'estafar', pagando bastante más de lo que sabíamos que valía el viaje (pero cuidado, que algunos son bastante vivos y ya de entrada piden disparates). Como a otras cosas en Benarés, también te acostumbras a que un abuelillo tire a pedales de tu carro en el solajero indio...
El vehículo familiar indio: la moto. Hemos llegado a ver padre, madre, tres niños y la bolsa de viaje circulando por la autopista...en una sola moto.




El caos ordenado del tráfico indio. Todos a su bola, todos pitando, pero nunca parados
Cuando piensas que has visto todos los callejones de tu zona, resulta que hay muchos más, y llenos de tienditas:

Hoy ha sido un día con muchas impresiones. Esta noche cenamos en el muy agradable y buenísimo Ganga Fuji, cerca del 'Blue Lassi', donde esta noche tocan tambor y flauta tradicionales:

Por cierto, en la carta hay hasta gazpacho. Pero lo mejor es dejarse aconsejar por el dueño, que pide por tí, acertando de lleno.

Aunque nos decantamos por comida india, nos quedó la curiosidad de a que sabrá una Paeiia with chiken o como se las arreglarán para hacer un 'pa amb tomaquet'
Otra salida del sol:





No les ponemos más fotos, repetidas, de las orillas del Ganges. Hoy es nuestra última tarde, y volvemos a hacer un paseo en barca:


Esta vez no hubo cadáveres humanos, pero sí el de un búfalo enterito flotando en la orilla...
Por la noche, estamos un ratito en la ceremonia vespertina, viendo el ambiente:

Y en el Ganga Fuji hoy toca sítara:

Último día en Benarés:
Turistas y peregrinos embarcándose

Otros haciendo larguísimas colas para entrar al templo más famoso



Comiendo alguillo antes de ir al tren. Al estilo indio, que Dani también es un poco 'perroflautilla' a veces...
Y menos mal, porque al llegar a la estación el tren ya venía con hora y media de retraso, que para cuando llegó a Varanasi ya eran 5 horas
Con esto acaba nuestra visita a Benarés. Es caótica y muy ruidosa, todos pitan haya motivo o no; hasta en los callejones más estrechos y apretados de tiendas los motoristas se empeñan en circular tocando continuamente bocinas a cada cual más ofensiva. Los barqueros, tuctuqueros y tenderos continuamente te llaman. A veces te caen simpáticos pero a medida que el calor aprieta y te saturas de ruidos te dan ganas de mandarlos a freír ; la mejor técnica es hacer que no existen, funciona mucho mejor que un 'no, thank you' que inevitablemente termina en conversación)...Como típica ciudad india, es sucia a niveles insospechados, con basura acumulada en cada esquina y tristes animales rebuscando en ella, cuando no son personas las que lo hacen. Hay mendigos, sobre todo alineados en la bajada del gat principal, aunque no son especialmente insistentes: se ve que para acumular buen karma en Benarés, además de bañarse e ir a los templos, hay que dar limosna; se puede cambiar al principio de la hilera de mendigos (hay puestos con los montoncitos preparados) para ir dando una moneda a cada. Aun así el aspecto de algunos es realmente lamentable.
Y con todo ello, la ciudad nos ha fascinado. Caminar por los Ghats, a orillas del Ganges, es encantador, y bien mirado, los barqueros no son tan pesados, y no se puede ir a Benarés y no pasear en barco a los precios ridículos que piden (ya no nos acordamos, pero hablamos de unos tres euros por una hora de paseo en exclusiva para nosotros) Los callejones son hasta fresquitos y sus mercados muy coloridos y brillantes; los vendedores quieren que mires sus productos, pero no llegan a ser pesados. A pesar de la suciedad, que al final no te parece tanta, hay tantos inciensos, sajumerios y puestos de comidas y especias que los olores agradables ganan por mayoría. Ahora la comida nos parece muy rica y hay sitios agradables donde probarla.  Y continuamente tienes la sensación de una ciudad auténtica, donde los turistas somos un pequeño añadido, pero donde todo se mueve alrededor de los indios y su río sagrado...

Les dejamos con unas fotos más y unos vídeos que no sabemos si se verán:
marianydani en rickshaw

Preparando té en la calle
Motorista circulando entre las colas de peregrinos

Otro puesto de comida callejera. En éstos no nos la jugamos...
colores
video pdt

 En la próxima entrada, nos dirigimos en un tren que continuará acumulando retrasos hasta el pie de los Himalayas. Allí subiremos a la encantadora Darjeeling, a la espera de cielos claros que nunca llegaron. Aún así el lugar dejó bastante jugo para contarles, así que no se la pierdan...

(Acabóse, casi, en Pushkar, Rajastán, India...para que sepan por dónde andamos...)M&D

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